Iglesia Anglicana

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San Andres Apostol

lunes, 25 de mayo de 2015

Mana y piedra blanca.


Recibiendo el Maná escondido y la piedra blanca (Apoc. 2:17)

17 El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que venciere, le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

Otra vez, igual que en los dos llamamientos previos, el que tiene oídos, es llamado a obedecer. En Hebreo no hay una palabra para obediencia. Escuchar a alguien significa obedecerle. El que obedece es descrito como un conquistador y vencedor. A este vencedor particular, Cristo le promete algo muy especial – el Maná escondido y una piedra blanca con un nombre nuevo y secreto. La primer promesa es más fácil de interpretar que la segunda.

Maná es el símbolo de sustento y provisión de Dios para el pueblo de Israel en el desierto, cuando salieron de Egipto obedeciendo el llamado de Dios, arriesgando sus propias vidas para ir a una tierra que más tarde se les mostraría. Cuando Jesús habló con la mujer samaritana de Israel (Juan 4), sus discípulos judeo-israelitas regresaban de la población más cercana con comida aceptable para el consumo de los Judeos (Ioudaioi). Los discípulos se preguntaron si quizá alguien le había llevado comida a Jesús. El entonces les respondió que había tenido algo que ahora, en el pasaje de Apocalipsis también se le promete a aquellos vencedores – el Maná escondido. Él entonces les respondió: “Tengo un alimento que vosotros no sabéis” (Juan 4:32). Éste alimento secreto que “los demás” desconocían no era otra cosa que la energía divina, que era capaz de proveer sustento en las más inimaginables y peligrosas circunstancias. Esto caracterizó la pronta realidad para los creyentes de Pérgamo, Jesús prometió su energía a los que obedecían la Palabra de Dios. Por eso, quien obedece es también el que triunfa.

Respecto a identificar la piedra blanca, las cosas son más complicadas. Entre la interpretaciones más idóneas que cuadran con el contexto, cabe la sugerencia de que las piedras blancas, inscritas con el nombre de los receptores, se les daba a los competidores que ganaban las carreras deportivas en Roma. La piedra blanca con el nombre personal inscrito, se supone que servía como pase al prestigioso banquete al que asistían solo los vencedores. Esta piedra podría haber sido entregada al completar la carrera. Aunque no es una referencia cultural de los judíos en particular, sabemos de muchos ejemplos bíblicos respecto al uso de referencias culturales greco-romanas con ilustraciones con y para los judíos. Por ejemplo, el apóstol Pablo empleó muchas metáforas de deportes romanos para plasmar su idea (Fil. 3:12-14; 1ª Cor. 9:24-27; 2ª Tim. 4: 6-8). El escritor de la carta de los Hebreos también utilizó la imagen del deporte romano como una carrera pedestre y recibiendo como premio la corona de laurel (ver también Hech. 12:1). Esta clase de metáfora era bien conocida en Judea que albergaba complicados deportes en la arena. Esta clase de analogía mucho más cercana, cuadraba más con la cultura romana de la ciudad de Pérgamo. Sin duda, los creyentes perseguidos, tanto judíos como gentiles, conocían estas prácticas y el elaborado banquete en honor a los ganadores y triunfadores de la carrera. La mayoría de los creyentes no participaban en esos juegos por el hecho de que los mismos incluían la dedicación a los dioses romanos. Cristo les dice que en verdad, ellos no se han perdido nada. La verdadera carrera es la perseverancia dedicada al Dios de Israel. Cualquiera que persevera en esta carrera y triunfa, recibirá el pase para el banquete celestial de honor eterno.

Otra intrigante posibilidad continúa con el tema de la vestidura sacerdotal tal cual es descrita en la carta del Apocalipsis . La vestidura del sumo sacerdote tenía doce piedras con los nombres de las doce tribus de Israel. Una de esas piedras es blanca – Yahalom (era la piedra nº 6) significaba el sexto hijo de Leah – Zebulón. ¿Qué tenía de importante Zebulón? Leemos en Isaías. 9:1-7 y citado en Mateo. 4:15 que:

“Mas no habrá siempre oscuridad… como en el tiempo que livianamente tocaron la tierra de Zebulón y la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en la tierra de sombra de muerte, luz resplandeció para ellos. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre”.

De acuerdo con esta interpretación, la piedra blanca sagrada es el símbolo de los residentes greco-romanos en Galilea que recibieron la luz por medio del nacimiento de Jesús. ¿Podría ser el secreto del mismísimo Mesías? ¿Podría la piedra blanca señalar a Jesús mediante la piedra Yahalom, que adornaba el pectoral del Sumo Sacerdote de Israel? Quizás.

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