Iglesia Anglicana

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San Andres Apostol

viernes, 1 de julio de 2016

Mi ordenación sacerdotal

Para mi, ser presbitero es estar enamorado...saber que Dios me ha amado primero, ha escrito en mi historia personal, mi nombre con la tinta del compromiso  y la vocación.
Para mi, ser presbitero es estar dichoso...con la felicidad que nace de sentirme llevado de la mano de un Dios Padre que a lo largo de mi vida se ha manifestado en llamada, fuerza, entusiasmo, compromiso, abrazo, amor.
Para mi, ser presbitero es sentirme llamado por mi nombre, y al levantar los ojos, contemplar al hermano que necesita del Evangelio para seguir interpretando su propia historia; ver a quien necesita de mi ayuda para seguir teniendo esperanza; trabajar con la comunidad para hacer del Mundo el Reino de Dios de justicia y de paz.
Para mi, ser presbitero es ser pobre entre los pobres, esperanza entre quienes la han perdido y ni siquiera confían en recuperarla, luz con quienes viven la noche oscura del alma, Evangelio para quienes han perdido el camino de la vida, brisa para quienes están en el camino del compromiso y huracán para quienes necesitan tomar realidad de su propia conciencia.
Ser presbitero para mi es sentirme solo en el campo de la mies y sin embargo acompañado por el Dueño de la mies que me da fuerzas y me sostiene.
Ser presbitero para mi es sentirme incomprendido y abandonado en la exigencia y el compromiso de la fe y encontrar razones para seguir creyendo, que ni la propia razón entiende.
Ser presbitero para mi es cerrar los ojos y ver el rostro del Dios Vivo y abrirlos y seguir viendo el rostro de ese Dios Vivo en el anciano, en la mujer maltratada, en quien mira con ojos de odio o en quien busca solamente  el poder, el dinero o la venganza...abrir los ojos a la Verdad para encontrar el verdadero rostro de Dios.
Ser presbitero para mi es un encuentro, un encuentro con quien todo me ha dado y todo me pide que ponga al servicio de quienes menos tienen. Un encuentro con quien me ha hecho participe de la Luz para iluminar las tinieblas. Un encuentro con el amor hecho Caridad para un mundo que necesita el amor y la ternura de un Dios Vivo.
Ser presbitero para mi es ser emigrante con los emigrantes, erudito con los que mas saben e ignorante con quienes tienen ganas de aprender desde la sencillez y la humildad;  llorar con los que lloran, reír con los que ríen, sufrir con los que sufren y trabajar con los que trabajan por un mundo nuevo cuyo horizonte tenga el rostro de Dios.
...pero al final de todo esto, si queréis que comparta con vosotros lo que verdaderamente significa para mi ser presbitero... Me quedo sin palabras. Mejor ven, Miradlo y compartir  mi vida...
Y solamente le pido al Dios que todo me ha dado, que podáis contemplar su rostro en mi vid, en mi historia y en mi caminar.

2 comentarios:

  1. Hace años leí un libro "El sacerdote y su ministerio". Un texto en concreto me marco especialmente y en mi ordenación estaba muy presente. Hoy lo comparto contigo:

    “Es muy difícil expresar adecuadamente la enorme dignidad del sacerdote, la tremenda grandeza de su vocación. Se le ha dado mucho, pero es también mucho lo que se le exige. Si hay alguien a quien se le haya negado vivir su propia vida, ese alguien es el sacerdote; si hay alguien a quien se le niegue el derecho a tener problemas personales, ese alguien es el sacerdote; si hay alguien a quien le estén vedadas las compensaciones humanas y todo género de egoísmo, ese es el sacerdote, porque “es un hombre que no vive para sí, sino para los otros. Es el hombre de la comunidad” (Pablo VI). No hay oficio más heroico, ni situación más difícil, ni responsabilidad más grande. Pero tampoco hay nada tan alto, tan noble, ni tan abnegado, ni tan apasionante, como el sacerdocio.”

    Con mi bendición, un abrazo

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