Iglesia Anglicana

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San Andres Apostol

martes, 27 de septiembre de 2016

¿Habrá un nuevo sisma en la Comunion Anglicana?


Kevin Roberston, reverendo abiertamente gay, con pareja y padre de dos hijos, elegido obispo de la Iglesia anglicana de Canadá
kevin-robertson Nuevo paso adelante del anglicanismo en su ya largo camino hacia la plena inclusión de las personas LGTB. Kevin Robertson, abiertamente gay y padre, junto a su pareja, de dos hijos, ha sido elegido obispo de la Iglesia anglicana de Canadá. Se trata, en nuestro conocimiento, del primer miembro de una familia homoparental en ostentar esta dignidad en una iglesia de la comunión anglicana en Canadá.
Kevin Robertson ha sido elegido uno de los tres nuevos obispos sufragáneos de la diócesis de Toronto, la mayor de la Iglesia anglicana de Canadá. Su ordenación tendrá lugar el próximo 7 de enero. La de “obispo sufragáneo” es una posición parecida a la de obispo auxiliar en la Iglesia católica: se trata de un obispo que no ocupa la cabeza de la diócesis, sino que ayuda y complementa al obispo principal. La diócesis de Toronto cuenta, de hecho, con un arzobispo (Colin Johnson) y cuatro obispos sufragáneos, tres de los cuales serán nuevos a partir de enero. Junto a Robertson han sido elegidas para ostentar esa posición dos nuevas mujeres obispas: Riscylla Walsh Shaw y Jenny Andison.
La Iglesia anglicana de Canadá, recordemos, ha aprobado el matrimonio religioso entre personas del mismo sexo este mismo año. Se trata, por cierto, de la tercera confesión religiosa del país después de la Iglesia católica, cuya oposición al matrimonio igualitario es sobradamente conocida, y de la Iglesia Unida de Canadá (United Church of Canada), que por el contrario destaca por su inclusividad (celebra desde hace años bodas entre personas del mismo sexo y tuvo al frente a un pastor abiertamente gay, Gary Paterson, entre 2012 y 2015).
Los anglicanos canadienses ascienden a más de medio millón, si nos atenemos a los miembros registrados por la propia institución, o a más de 1,6 millones, si a lo que nos referimos es al número de personas que se identifican como anglicanos en el censo.

“Estoy abrumado”
“Estoy abrumado”, ha declarado Robertson tras conocer la decisión del Sínodo de la diócesis. Ha sido elegido en segundo lugar, alcanzando la mayoría suficiente en la cuarta ronda de votaciones.
“Realmente no esperaba encontrarme en esta tesitura, pero me siento profundamente honrado. Creo que es un día histórico para nuestra iglesia. No es un secreto que soy el primer obispo abiertamente gay con pareja que elige la diócesis, y posiblemente toda la Iglesia de Canadá. Sé que para algunas personas es todo un desafío, y que para otras es la consecución de lo que han estado esperando y por lo que han rezado durante mucho tiempo. La paz y la unidad de la Iglesia es muy importante para mí, y seguiré trabajando para mantenerla como obispo”, ha añadido.

¿Un paso más hacia el anunciado cisma?
Como bien sabemos, la aceptación de la homosexualidad en la comunión anglicana es todavía desigual entre sus diferentes jerarquías e iglesias, si bien los avances inclusivos que ha experimentado una parte de esta rama del cristianismo distan mucho de las posiciones negacionistas y ultraconservadoras con el colectivo LGTB que siguen manteniendo las jerarquías católicas española y vaticana, con el papa Francisco a la cabeza.
La Iglesia episcopaliana, rama estadounidense de los anglicanos, es sin duda la que abrió camino. Ya en 2003 eligió al primer obispo abiertamente gay, Gene Robinson. Y en 2010 fue la primera en romper con la moratoria autoimpuesta durante varios años por la comunión anglicana tras el nombramiento de Robinson y comenzar a ordenar de nuevo obispos y obispas abiertamente homosexuales. Más recientemente, en 2012, aprobaba la ordenación de personas transexuales. También fue la primera iglesia anglicana en celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo. Un avance al que recientemente se sumaban sus compañeros canadienses, como ya dijimos arriba.

En el otro extremo, sin embargo, se sitúan las iglesias anglicanas africanas, algunas de ellas virulentamente homófobas. Una situación inestable que ha colocado al anglicanismo al borde del cisma. Veremos si el paso dado ahora en Toronto lo precipita, o si por el contrario los anglicanos siguen manteniendo el cada vez más inestable equilibrio.

1 comentario:

  1. Si no hubiéramos descubierto el carácter normal y no patológico de la homosexualidad, la oposición a la doctrina de las autoridades religiosas en relación con los matrimonios gay se reduciría a una disputa contra la autoridad de quienes lo pronuncian.

    Algo que pretende ser verdadero pero no es caritativo, no es realmente verdadero.

    Un abrazo
    Fco. Javier, presbítero

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