Kevin Roberston, reverendo abiertamente gay, con pareja y
padre de dos hijos, elegido obispo de la Iglesia anglicana de Canadá
kevin-robertson Nuevo paso adelante del anglicanismo en su
ya largo camino hacia la plena inclusión de las personas LGTB. Kevin Robertson,
abiertamente gay y padre, junto a su pareja, de dos hijos, ha sido elegido
obispo de la Iglesia anglicana de Canadá. Se trata, en nuestro conocimiento,
del primer miembro de una familia homoparental en ostentar esta dignidad en una
iglesia de la comunión anglicana en Canadá.
Kevin Robertson ha sido elegido uno de los tres nuevos
obispos sufragáneos de la diócesis de Toronto, la mayor de la Iglesia anglicana
de Canadá. Su ordenación tendrá lugar el próximo 7 de enero. La de “obispo
sufragáneo” es una posición parecida a la de obispo auxiliar en la Iglesia
católica: se trata de un obispo que no ocupa la cabeza de la diócesis, sino que
ayuda y complementa al obispo principal. La diócesis de Toronto cuenta, de
hecho, con un arzobispo (Colin Johnson) y cuatro obispos sufragáneos, tres de
los cuales serán nuevos a partir de enero. Junto a Robertson han sido elegidas
para ostentar esa posición dos nuevas mujeres obispas: Riscylla Walsh Shaw y Jenny
Andison.
La Iglesia anglicana de Canadá, recordemos, ha aprobado el
matrimonio religioso entre personas del mismo sexo este mismo año. Se trata,
por cierto, de la tercera confesión religiosa del país después de la Iglesia
católica, cuya oposición al matrimonio igualitario es sobradamente conocida, y
de la Iglesia Unida de Canadá (United Church of Canada), que por el contrario
destaca por su inclusividad (celebra desde hace años bodas entre personas del
mismo sexo y tuvo al frente a un pastor abiertamente gay, Gary Paterson, entre
2012 y 2015).
Los anglicanos canadienses ascienden a más de medio millón,
si nos atenemos a los miembros registrados por la propia institución, o a más
de 1,6 millones, si a lo que nos referimos es al número de personas que se
identifican como anglicanos en el censo.
“Estoy abrumado”
“Estoy abrumado”, ha declarado Robertson tras conocer la
decisión del Sínodo de la diócesis. Ha sido elegido en segundo lugar,
alcanzando la mayoría suficiente en la cuarta ronda de votaciones.
“Realmente no esperaba encontrarme en esta tesitura, pero me
siento profundamente honrado. Creo que es un día histórico para nuestra
iglesia. No es un secreto que soy el primer obispo abiertamente gay con pareja
que elige la diócesis, y posiblemente toda la Iglesia de Canadá. Sé que para
algunas personas es todo un desafío, y que para otras es la consecución de lo
que han estado esperando y por lo que han rezado durante mucho tiempo. La paz y
la unidad de la Iglesia es muy importante para mí, y seguiré trabajando para
mantenerla como obispo”, ha añadido.
¿Un paso más hacia el
anunciado cisma?
Como bien sabemos, la aceptación de la homosexualidad en la
comunión anglicana es todavía desigual entre sus diferentes jerarquías e
iglesias, si bien los avances inclusivos que ha experimentado una parte de esta
rama del cristianismo distan mucho de las posiciones negacionistas y
ultraconservadoras con el colectivo LGTB que siguen manteniendo las jerarquías
católicas española y vaticana, con el papa Francisco a la cabeza.
La Iglesia episcopaliana, rama estadounidense de los
anglicanos, es sin duda la que abrió camino. Ya en 2003 eligió al primer obispo
abiertamente gay, Gene Robinson. Y en 2010 fue la primera en romper con la
moratoria autoimpuesta durante varios años por la comunión anglicana tras el
nombramiento de Robinson y comenzar a ordenar de nuevo obispos y obispas
abiertamente homosexuales. Más recientemente, en 2012, aprobaba la ordenación
de personas transexuales. También fue la primera iglesia anglicana en celebrar
matrimonios entre personas del mismo sexo. Un avance al que recientemente se
sumaban sus compañeros canadienses, como ya dijimos arriba.
En el otro extremo, sin embargo, se sitúan las iglesias
anglicanas africanas, algunas de ellas virulentamente homófobas. Una situación
inestable que ha colocado al anglicanismo al borde del cisma. Veremos si el
paso dado ahora en Toronto lo precipita, o si por el contrario los anglicanos
siguen manteniendo el cada vez más inestable equilibrio.
Si no hubiéramos descubierto el carácter normal y no patológico de la homosexualidad, la oposición a la doctrina de las autoridades religiosas en relación con los matrimonios gay se reduciría a una disputa contra la autoridad de quienes lo pronuncian.
ResponderEliminarAlgo que pretende ser verdadero pero no es caritativo, no es realmente verdadero.
Un abrazo
Fco. Javier, presbítero